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Los arribeños de Villarrasa celebran su romerito entre vivas a su Cruz

Sentimiento arribeño no faltó en el romerito de la Cruz de Arriba de Villarrasa. La caravana de carros era una explosión de alegría, colores y devoción crucera. Ellas, con sus trajes de flamenca. Ellos, con sus trajes de corto. No faltó ni un perejil. Carros, manolas, mulos, caballos… Todos los ingredientes para que este tradicional evento de las fiestas cruceras se celebrase con éxito.

Y así fue, porque tampoco faltaron vivas, los clásicos y los más trabajados; los de los adultos y los de los más pequeños de la casa, que se los han aprendido muy bien para que nunca le falten vítores a su Cruz.

Y es que ser arribeño no tiene edad. El amor y la devoción por la Cruz de Arriba empieza desde que uno es bebé y no acaba nunca, de hecho, es en estos días en los que los arribeños recuerdan a quienes le inculcaron esta fe.