Sesenta días sin encontrarse cara a cara con Ella. El pueblo de Almonte estaba envuelto en la incertidumbre, y vio de nuevo la luz.
Las puertas de la parroquia se abrieron esta mañana. La Virgen, perenne, esperaba el momento de volver a ver a sus hijos, que están viviendo momentos históricos.
El pueblo estaba impaciente. Las ganas de volver a hablarle a su Madre y contarle cómo ha ido el confinamiento, eran inevitables. Ya en el interior, la sensación era extraña. La parroquia no estaba igual que la última vez que se podía entrar. La Hermandad Matriz ha habilitado una serie de medidas para facilitar la fluidez por el interior y evitar aglomeraciones.
Eso sí, los fines de semana no se podrá visitar la parroquia, ni muchos devotos de otras provincias podrán siquiera acercarse a Almonte, pero las redes sociales seguirán siendo aliadas en estos días. No obstante, la Matriz seguirá retransmitiendo la Salve diaria y las misas los domingos.
A principios de junio, según evolucione la pandemia, se revisarán estas medidas. Mientras, los rocieros de todo el mundo se preparan para vivir una novena y un Pentecostés extraño… pero histórico.