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La investigación de la carbonera de Moguer apunta como causa del incendio una llama sobre el pasto

Un informe pericial, encargado a una empresa especialista por parte de la carbonera ubicada en Moguer (Huelva), en la que la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIFF) apunta el origen del incendio forestal en el paraje de ‘La Peñuela’ el pasado 24 de junio, que afectó a 8.486 hectáreas en el entorno de Doñana, señala como fuente de ignición del fuego a “la aplicación directa de una llama mediante mechero, cerillas, trapos o papeles ardiendo, o cualquier otro artilugio o mecanismo simple, sobre el pasto seco”.

Según reza en el informe, al que ha tenido acceso Europa Press, los expertos que lo han realizado aseguran que se han detectado, al menos, dos áreas de origen del incendio que reúnen las características típicas de focos primarios; una en la zona sureste o próximo al litoral del océano Atlántico –entre el Arroyo de la Cañada de San Cristóbal y de la Cañada del Peral–, y otra la zona noreste, próxima a la población de Moguer, que es la parte del paraje de ‘La Peñuela’.

El informe, realizado bajo el método científico, durante más de 40 horas de trabajo por un equipo de investigación con formación técnica y especializada y con más de un millar de incendios investigados por todo el mundo, señala que, según informaciones previas, el incendio se detectó sobre las 20,30 horas en los alrededores de ‘La Peñuela’ y comenzó a propagarse a gran velocidad, lo que se unió a que los efectivos aéreos no pudieron incorporarse hasta el día siguiente.

Sin embargo, la investigación ha arrojado que en el primer foco “fue localizado en el suelo un mechero de gas con afectación parcial por calor”. Precisamente en las inmediaciones de dicho foco primario se localizan las instalaciones de esta carbonera, donde existen varios hornos dedicados a la producción de carbón vegetal mediante la pirolisis de la madera, un proceso de combustión controlada en atmósfera pobre en oxígeno para generar una combustión carente de llamas.

En este sentido, explican que cuando este proceso finaliza el horno queda cerrado y asfixiado durante días con el fin de proceder al enfriado del carbón vegetal generado y evitar que se reavive la combustión en presencia de oxígeno y, por otra parte, facilitar su manipulación a los operarios, y se tuvo conocimiento de que la última vez que se abrieron los hornos para sacar el carbón fue el viernes 23 de junio.

Por tanto, según esta información recabada, desde el momento de la última apertura de hornos hasta que se descubrió el incendio, transcurrieron al menos 36 horas, tiempo en el que el carbón descendió su temperatura hasta la ambiente, siguiendo la conocida ley cero de termodinámica.

Por todo ello, descartan que la caída de algún fragmento de carbón procedente de estas instalaciones pudiera haber causado el incendio y establecen como hipótesis más probable que “la fuente de calor que provocó la combustión en los dos focos fue de origen térmico como consecuencia de la aplicación directa de una llama”.

Además, según la declaración del propietario de la empresa que asesora en la organización y optimización de los procesos productivos de la carbonera, “él no se encontraba en las instalaciones el día de los hechos” y ha asegurado que es “imposible que alguna pavesa o chispa pudiera salir de los hornos y generar un incendio”. Del mismo modo, señala que “el vaciado de los hornos se realiza de madrugada principalmente por la menor temperatura de noche, sin embargo afirma que el día 24 de junio no se vació ningún horno”.

A su vez, entre el Arroyo de la Cañada del Peral y el de la Grulla, los técnicos han observado un desarrollo de fuego de superficie junto a un fuego de copas, y destacan que durante la inspección por la zona han encontrado “una gran cantidad de residuos o basuras, tales como botellas, latas metálicas, plásticos para refugios, utensilios de comer, neumáticos quemados, que evidencian de la presencia permanente de la actividad humana”. Un suciedad, prosiguen, que se convierte “en un combustible extra que favorece la propagación del fuego”.

Por ello, determinan que, en cuanto a la propagación y origen del incendio, tras hacer el recorrido inverso que realizó el fuego hasta alcanzar el lugar donde comenzó, los dos focos del incendio “fueron causados en momentos muy cercanos en el tiempo y con material vegetal prácticamente idéntico por lo que su estado debería haber sido similar, sin embargo se observó cómo uno de ellos presentaba un desarrollo mucho mayor”.

En concreto, en uno de estos focos, según el informe, fueron halladas junto a un árbol “tres envases o latas metálicas típicas de lubricante para vehículos industriales, afectadas por las llamas, no siendo este lugar de paso de vehículos”, indicando además que “tampoco resulta posible que, siendo arrojadas desde un vehículo desde un camino que discurre próximo, llegasen a ese lugar y se agrupasen tal y como fueron localizadas”. Por tanto, consideran que “las mismas debieron ser colocadas en dicho lugar”.

De ahí el fuego se propagó por el lecho del arroyo en diferentes direcciones creándose un frente de avance, predominante en la dirección del viento, así como la cola del incendio producida por el llamado fuego de retroceso (presente en todos los incendios), que avanzó, según han investigado, hacia el norte, donde se encontraba un talud en la parte inferior de la parcela donde se sitúa la carbonera.

Sobre la posible fuente de ignición del fuego, argumentan que en ninguno de los dos focos fueron halladas “evidencias de la presencia de elementos o sustancias químicas capaces por sí solas de provocar la combustión, así como tampoco fue detectada la existencia de materiales o productos susceptibles o aptos para reaccionar entre sí y producir una combustión espontánea”. Por tanto, descartan cualquier fuente de calor tipo químico.

De igual manera, descartaron cualquier tipo de fuente de calor de tipo mecánico, “dado que no existían elementos susceptibles de generar calor por fricción, por choque o por roce, ni tampoco por compresión”.

A su vez, destacan que en uno de los dos focos primarios “no existía instalación eléctrica” y en el otro “la línea de alta tensión que discurría próxima no registró ninguna incidencia de disparo intempestivo en las horas previas al descubrimiento del incendio”. Por ello, y ante la ausencia en la zona de tormenta alguna con aparato eléctrico, se descarta que “una fuente de calor de tipo eléctrico causara el incendio”.

Por todo ello, determinan que en el primer foco podría haber sido originado “con algunas hipotéticas pavesas procedentes del incendio –situación de muy baja probabilidad dadas las circunstancias– o aportación de llama directa con un mechero, cerillas o cualquier elemento en estado de combustión, y que se haya destruido por acción de las llamas”, y en el segundo foco “la más que sospechosa presencia de las latas, no colocadas en ese punto al azar, llevan a mantener como hipótesis más probable que dicho foco fuese generado de modo intencionado”.

Cabe destacar que la zona bajo la parte inferior de la parcela de la citada empresa presentaba “claras señales de haber sido removida mediante maquinaria pesada”. Al respecto, aclaran en el informe que los responsables de la carbonera los realizaron, el día 25 de junio, al día siguiente de que comenzase, con la intención de crear un cortafuegos, ya que en la zona del arroyo volvió a haber presencia de llamas durante el citado día, llegando incluso a intervenir los helicópteros del Infoca en el lugar.