La familia Solís Caraballo de Chucena, inmersa en la creación de su vino nuevo

Un año más, con las postrimerías del mes de agosto, Chucena se levanta oliendo a cepa y a barrica; a prensa y a mosto; al caldo criado durante todo el ciclo anual para cosechar el fruto más preciado y por el que es conocido.

Es tiempo de vendimia, y, aunque a falta de una semana para que dé comienzo de forma general, la familia Solís Caraballo ya ha puesto en marcha su bodega particular. Una creación de vino de forma totalmente artesanal para el consumo propio, pero que bien nos recuerda a aquellos tiempos en los que esta población condaleña contaba con más de cien bodegas.

Ya en la pasada semana se llevó a cabo el proceso de recogida y preparación del vino tinto, y esta semana harán lo propio con las variedades blancas, impregnando de los aromas propios de la fermentación este lugar, que pronto verá el resultado.

Un éxito que se va sucediendo cada año en forma de reuniones y encuentros que son acompañados de un buen vino. Porque la vida es esos pequeños ratos en los que podemos parar para disfrutar de una buena compañía y maridarlos con esa experiencia única para el paladar, cosechada con el esfuerzo y la constancia.