Como suele ser habitual en agosto, La Palma se pone de punta en blanco. Una de las tareas que emprende el consistorio es la puesta a punto de las especies vegetales esparcidas por el casco urbano. Entre ellas las 400 palmeras que se encuentran a lo largo y ancho de la localidad, con el objetivo de evitar el ataque del insecto picudo rojo.
Un importante esfuerzo del consistorio palmerino para preservar todo un símbolo de la localidad, lo cual hace más atractiva la visita para los turistas y también para los propios vecinos, que pueden presumir de pueblo.