Son siete años de lucha. Siete años en los que apenas ha podido disfrutar de la compañía de su hijo. Tres años desde la última vez que lo vio y ya no aguanta más. Pide justicia. Es la súplica de Diego Rivera, un padre coraje de Rociana que lleva desde el lunes a las puertas de los juzgados de La Palma buscando una solución para su situación.
Y es que Diego sólo pide lo que cree que es justo: poder ver a su hijo. Un anhelo del que también participa su actual pareja, Inmaculada Soriano, que, como ha declarado ante las cámaras de Condavisión, cree que es un deseo común entre padre e hijo.
Una circunstancia de la que no puede disfrutar y para la que ni los 800 km que separan su casa de la de su hijo pesa.