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Un equipo de voluntarios limpia 45 kilos de basura en la marisma Madre de El Rocío

El Rocío es el corazón y el centro espiritual de la comarca de Doñana. Sin embargo, la masa de agua que nutre de vida natural al Santuario no siempre está en las mejores condiciones. Prueba de ello ha sido la basura encontrada por el equipo de voluntarios que ha dedicado la mañana de hoy sábado 10 de agosto a recoger basura de la marisma.

El equipo, liderado por Ana Mateo, voluntaria de la Asociación de Guías del Parque Natural de Doñana, ha aprovechado que la marisma está seca para hacer una batida. Esta iniciativa forma parte del Proyecto Libera, coordinado por Ecoembes en colaboración con SEO Birdlife. “Es el segundo año que realizamos esta actividad y siempre con muy buenos resultados”, ha celebrado Mateo.

Más de 20 voluntarios han respondido a la llamada que desde la Asociación de Guías han realizado durante la semana en sus redes sociales. “Esto está abierto a todo el mundo que quiera colaborar, sólo tienen que enviar un correo y venir con ropa cómoda”. Un requisito, junto con un calzado cerrado, protector solar y spray repelente de insectos, casi obligado para entrar en la marisma. “Entrar aquí es un privilegio, porque normalmente no se puede entrar. Así que poder pasar aunque sea a limpiar es increíble”.

El espacio que han cubierto los voluntarios durante la mañana de este sábado corresponde a la linde que bordea el paseo Marismeño. “Hasta aquí llegan muchos plásticos, casi siempre barridos por el viento desde la aldea, aunque también encontramos latas y otros objetos que cabe pensar que han sido tirados a propósito”, explica María Egea, voluntaria de la Asociación de Guías. “Pero sobre todo lo que encontramos son colillas, cientos de colillas. Ya sabes, te fumas un cigarrito al fresquito junto a la marisma y…”.

Las colillas son uno de los residuos que los voluntarios de las diferentes batidas medioambientales que se realizan en el entorno de Doñana encuentran con más asiduidad. “Tardan entre 6 y 10 años en desaparecer”, apunta Mateo. Para aumentar el impacto visual, a medida que cuentan las colillas las introducen en una de las botellas de plástico que han recogido en la marisma. Al finalizar la mañana ya han llenado una botella de dos litros y aún siguen apareciendo más colillas en las bolsas de basura recogidas por los voluntarios cuando nos marchamos. “Es increíble, pero la gente no se conciencia. Las colillas parece que no ensucian pero sí lo hacen”. Desde la Asociación han promovido la utilización de ceniceros portátiles en las diferentes romerías y peregrinaciones celebradas a lo largo del año.

Parte de la tarea de estos guías es divulgativa. “Celebramos charlas, especialmente con los grupos jóvenes de las hermandades. Las nuevas generaciones son muy receptivas en todo lo que se refiere al cuidado del medioambiente”, explica Mateo. Desde la Asociación de Guías les gusta recordar la encíclica del Papa Francisco Laudato Si [1], tantas veces citada por la Hermandad Matriz de Almonte, sobre la necesidad de que los seres humanos tomemos parte activa en el cuidado de la naturaleza y de nuestra casa común. “Parece que creemos que el planeta es nuestro pero la realidad es que nosotros somos del planeta, pertenecemos a él, a este ecosistema”.

Un ecosistema vivo como el de la marisma de El Rocío que es un doble santuario y que ve reforzado su magnetismo espiritual con una desbordante belleza natural que hipnotiza y enamora a todo aquel que lo visita. “Todo el mundo nos está mirando siempre”, recuerda Mateo en referencia a El Rocío y al Parque Natural de Doñana. “La vista de todo el mundo está siempre puesta en nosotros por lo que representa este lugar, y eso es un privilegio pero también una responsabilidad muy grande”.

Pasan de las doce y media del mediodía. El sol cae a plomo sobre la marisma en esta mañana de agosto. Los voluntarios ya han terminado la batida por la tierra seca poblada de juncos que siluetea el paseo Marismeño pero aún les quedan varias horas de trabajo para clasificar la basura en distintas bolsas. Algunos vienen de lugares tan cercanos como Trigueros o Sevilla; otros, se han desplazado desde el País Vasco o Alicante para participar en el programa de voluntariado de SEO Birdlife. “Hace calor sí, pero mejor esto que pasarte la mañana en el sofá de tu casa sin hacer nada. Aquí te sientes bien, sientes que estás haciendo y aportando algo”, comparte Mónica Ortiz, una de las voluntarias.

Junto a los montones de basura hay unas tablas en papel para llevar el recuento de los residuos según su clase: madera, plástico, sanitario, metal, vidrio… “El vidrio siempre es la mejor opción. Para reducir los plásticos en la naturaleza lo primero es reducir el consumo de plástico, y la alternativa más ecológica es el vidrio porque puede reciclarse una y mil veces”, explica, divulgativa, Egea. “Los plásticos tienen un problema añadido y es que se rompen en trocitos y entran en la cadena trófica, es decir, los peces y las aves cuando comen ingieren pequeños trozos de plástico”. Dicho de otra forma, no sólo ensucian el paisaje sino que envenena a nuestros animales.

Además de basura, la marisma también esconde tesoros como una medalla de la Virgen del Rocío. “La vamos a guardar para llevarla a la Ermita. A veces, aunque no se debe, en los momentos de duelo la familia arroja las cenizas de sus seres queridos a la marisma, con la medalla. Es algo muy privado y entendemos el significado que tiene, por eso queremos llevarla a la Ermita para que descanse con La Señora”.

Al terminar el día los voluntarios repasan las cuentas. En total, 45’5 kilos de basura repartidos entre 16 kilos de plástico, 10 de vidrio, 500 gramos de papel, 12 kilos para el punto limpio y 7 kilos al contenedor gris. En tan solo tres horas de recogida de residuos, más de 45 kilos que se suman a los 738,35 kilos que este equipo de voluntarios ha ido recogiendo desde que en 2017 comenzó el Proyecto Libera. “Aún queda mucho, mucho trabajo por hacer”, lamenta Mateo.